Ya hemos hablado en repetidas ocasiones de los diferentes beneficios de llevar una alimentación baja en hidratos de carbono pero si por casualidad, a alguien le quedan dudas, hoy hablamos sobre la cetosis.
Es cierto que cada vez se escucha con más frecuencia el término LowCarb, un anglicismo como tantos otros del que nos hemos apoderado pero que podríamos traducir como bajo en carbohidratos. Cuando hablamos de dietas bajas en hidratos de carbono también nos referimos a dietas cetogénicas. Las dietas cetogénicas son aquellas que inducen a la cetosis, que no es lo mismo que cetoacidosis.
¿Qué es la cetosis?
La Cetosis es un estado metabólico en el que el organismo obtiene energía mediante el catabolismo de las grasas, el organismo utiliza la grasa para generar energía en vez de la glucosa y genera los cuerpos cetónicos, o lo que es lo mismo, ácidos. Estando en cetosis nuestro cuerpo puede utilizar tanto la grasa que ingerimos como la acumulada para generar energía. Además, estos cuerpos cetónicos sirven como combustible alternativo de algunos órganos que no pueden utilizar la grasa directamente como combustible.
Debemos saber que nuestro organismo genera estos cuerpos cetónicos continuamente, estemos o no en cetosis, pero cuando entramos en cetosis se crea un exceso de cuerpos cetónicos para suplir la carencia de glúcidos.
¿Cuándo entra mi organismo en cetosis?
Para entrar en un estado de cetosis basta con reducir la ingesta de hidratos de carbono durante un tiempo, aproximadamente unos tres días, dependiendo de las reservas de glucógeno de cada uno y la actividad física de cada persona. Durante las primeras semanas de cetosis podrá apreciarse un aliento metálico y un olor corporal diferente. Pasado el primer tiempo, el cuerpo regulará la producción de estos ácidos hasta alcanzar un equilibrio a través de la expulsión de los mismos, que se producirá a través de la orina y el sudor.
Beneficios de dietas cetogénicas
Llevar una dieta cetogénica o baja en hidratos de carbono lleva consigo una larga lista de beneficios. Hoy vamos a destacar algunos de los que nos parecen más interesantes.
- Estabiliza la glucosa en sangre. Si restringimos los alimentos que más rápido se convierten en glucosa en nuestro organismo, los niveles de glucosa se estabilizarán. Por este motivo, llevar una dieta baja en hidratos de carbono está más que recomendado para personas que padecen síndrome metabólico o diabetes tipo II.
- Mejora la composición corporal. Al reducir los hidratos de carbono, la producción de grasa corporal disminuye considerablemente y activa el metabolismo, lo que favorece la composición corporal.
- Reduce el apetito. Al dejar de comer carbohidratos evitamos los picos de glucosa e insulina en sangre, lo que mejora los sistemas que regulan el apetito manteniendo constantes estos niveles, evitando hipoglucemias e hiperglucemias.
- Mejora la función hepática. Eliminando la fructosa de nuestra dieta (carbohidratos simples) permitimos que el hígado se centre en procesos más productivos para el organismo.
- Mejora en la función cerebral. Al reducir la ingesta de hidratos de carbono, el cerebro obtiene la mayor parte de su energía de los cuerpos cetónicos y hace trabajar al cerebro a menor temperatura, lo que parece repercutir en la lucidez del mismo.
- Reduce la inflamación de tejidos. Todo apunta a que el consumo excesivo de azúcar está detrás de enfermedades coronarias. Cuando seguimos una dieta low-carb, baja en hidratos de carbono y azúcares, la inflamación crónica de los tejidos se reduce e incluso desaparece.
- Incrementa la energía. Mucha gente piensa que reducir los hidratos de carbono reduce energía, pero ocurre todo lo contrario. Una vez pasados los primeros días de llevar una dieta cetogénica, cuando el cuerpo se acostumbra, nuestra energía aumenta considerablemente.
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