Cuando vamos al supermercado, a la hora de elegir los productos de la cesta de la compra, nos guiamos por impulsos (inconscientes) y elegimos productos con envases llamativos, simpáticos, o si da la casualidad que nos pararnos dos segundos delante del producto, optamos por aquellos que «aparentan» ser más sanos y muestran en letras bien grandes cosas como “rico en fibra”, “rico en vitaminas …